Zabro

publicado en: Varios | 0

Tras una siembra de cereal problemática como la de esta campaña, llega la época del año en la comienzan a aparecer las primeras plagas que pueden afectar a nuestras explotaciones. En el siguiente artículo podéis encontrar una serie de consejos para evitar el Zabro (Zabrus tenebrioides).

CICLO, SÍNTOMAS Y DAÑOS:

– Afecta principalmente a trigo, cebada y centeno (ocasionalmente en avena).

– Una sola generación al año. Inverna en el suelo en forma de larva.

– Los daños más importantes los producen las larvas: se alimentan de las primeras hojas royendo el parénquima foliar y dejando la nervadura (aspecto deshilachado). Excavan una galería estrecha en el suelo, donde introduce las hojas y se refugia durante el día.

– Los otoños suaves y húmedos favorecen su eclosión temprana, incrementándose el riesgo de daño.

– Los adultos permanecen ocultos de día, bajo terrones de tierra, hierbas o piedras. Durante la noche se alimentan de flores y granos bien formados o en estado lechoso, si bien no suelen originar pérdidas significativas.

MEDIDAS PREVENTIVAS:

Especialmente en parcelas donde se hayan observado ataques previos:

– Rotación de cultivos, evitar siembras de cereal sobre cereal.

– Retrasar al máximo las siembras.

– Eliminación del rastrojo y ricio mediante alzado.

– Evitar la siembra directa.

– Alzar el rastrojo inmediatamente después de la siega.

A la hora de luchar con productos químicos, únicamente se deben utilizar los autorizados e inscritos en el Registro Oficial de Productos Fitosanitarios. En la actualidad estos productos son limitados, estando indicados para trigo, cebada y centeno, formulados de dos materias activas: Clorpirifos al 48% (EC), con fecha de registro hasta el 31 de enero del año de 2020, y Lambda Cihalotrin al 5%, hasta el 31 de marzo de 2020.

El tratamiento resulta recomendable entre la nascencia y el estado de tres hojas, y siempre que no haya riesgo de heladas, cuando se observen de 10 a 15 plantas dañadas por metro cuadrado en cebada, y de ocho a diez en trigo. Se deben tratar al amanecer o al atardecer, cuando más actividad tienen las larvas. Si no están activas, estas se encuentran enterradas en el suelo, lo que reduce la efectividad del tratamiento.